Nihat desata la 'pasión' turca (3-2)

Con todo decidido en lo que respecta al liderato, donde Portugal ha cumplido los pronósticos, y con Suiza aún lamentándose por su prematuro adiós, la segunda y última plaza hacia cuartos en el Grupo A se decidía en noventa minutos de infarto. La República Checa y Turquía, igualados a tres puntos y con números idénticos, buscaban un lugar entre los ocho mejores en una cita que podía entrar en la historia. Un empate les llevaría a decidir la clasificación desde el punto de penalti (sin prórroga previa), debido a la nueva norma instaurada por la UEFA (art.7.08) para este campeonato. De ser así, crearía un precedente único.

En lo estrictamente deportivo, Koller ganaba la partida a Baros como punta checo tras las rotaciones en anteriores partidos y Turan Arda (el héroe con el gol en el descuento ante Suiza), tenía la oportunidad desde el arranque. El respeto mutuo por el gran premio que estaba en juego, evitó mayores alegrías ofensivas y los primeros minutos fueron un cúmulo de indecisiones en la conducción de balón y de nulos acercamientos al área rival.
Sólo los disparos desde media distancia, increparon a ambos guardametas. Matejovski y Sionko, ambos buscando posición de disparo entrando en vertical, pusieron en problemas a la zaga turca, su gran punto negro. La movilidad de Nihat y dos lanzamientos lejanos de Tuncay Sanli, fueron lo más positivo dentro de un juego excesivamente previsible y plano en todos los sentidos.

Con semejante guión, las jugadas a balón parado iban a ser un filón para intentar explotar y aunque no fue en una de ellas, el partido se rompió por alto. Un centro desde banda derecha de Grygera, actuando de carrilero, fue cabeceado con potencia por un especialista como Koller, que quería despedirse de la selección checa (ya lo ha anunciado), de la mejor forma posible. Su testarazo, espléndido por movimiento y ejecución, daba una ventaja mínima a los de Bruckner que se habían mostrado ligeramente más ambiciosos.

Las necesidades llevaron a Terim a dar un giro radical en el descanso con el único objetivo de volcarse en torno a Cech. Los cambios ofensivos de Sabri (un carrilero intenso) y Kazim (eléctrico en cualquier faceta), dieron fuerza y agresividad al ataque otomano, que gozó de varias ocasiones donde el gol se fraguaba. Sin embargo, cuando mejor sembradas estaban las raíces del ataque, la defensa volvió a hacerse notar.
Un fuera de juego mal ejecutada que propició una contra de Koller, pudo remachar el partido. Aunque el obelisco la erró incomprensiblemente, sólo un minuto más tarde Plasil remataba de manera inverosímil en el segundo poste un balón colgado al área por Sionko. Dos desbarajustes defensivos que, junto a uno posterior con un cabezazo de Polak al poste, pudieron sentenciar la pasión turca.

Con más carácter y corazón que clarividencia, los arreones euroasiáticos tuvieron premio con un cuarto de hora por delante. Arda, inspirado en el remate final, ajustó su disparo desde el borde del área para intrigar hasta los compases finales. Un cabezazo del central Servet que se marchó milagrosamente desviado, parecía el último impulso pero cuando todo presagiaba victoria checa, un inocente balón al área fue ‘repelido’ por un desconocido Cech y Nihat, muy listo, lo aprovechó para igualar.

En plena avalancha turca, un enorme hueco en la zaga checa propició que de nuevo Nihat se enfrentara a Cech, al que esta vez batió con un disparo colocadísimo a la escuadra derecha. Un golazo que desataba toca la locura turca en las gradas que, pese a todo, iban a sufrir lo indecible. Y es que al polémico Demirel se le cruzaron los ‘cables’ para agredir a Koller y salir expulsado, propiciando de paso que Tuncay Sanli viviera sus primeros minutos como improvisado guardameta. Todo valió la pena. La pasión otomana está en cuartos.

José David López (Editor Diarios de Fútbol)