A un paso de la gloria

24 años después, 8760 días después de aquel infortunio de Arconada a tiro de Platini en la Eurocopa del 84, la selección española está a un paso, un solo paso de volver a morder la gloria, volver a probar el sabor de la victoria de un gran torneo, el volver a estar en la élite del fútbol europeo. Esta vez sí.

El que algo quiere, algo le cuesta, Así reza el refrán castellano que dice que si quieres conseguir alguna cosa primero has de luchar por ella. Así decía también aquella canción de Ricky Martin, "La copa de la vida", usada con motivo del Mundial de Francia del 98: "Es un partido cruel, tienes que pelear por una estrella, consigue con honor la copa del amor".

Eso es, precisamente, lo que está haciendo nuestra selección española. Aparte de con el buen juego que está desplegando sobre los terrenos de juego, la selección está luchando cada partido como si se tratara de la misma final, no dando un balón por perdido, remontando resultados adversos incluso cuando no se jugaba nada y tuteando y poniendo contra las cuerdas a toda una campeona del mundo que no tuvo más remedio que plegar la rodilla ante la "roja".

Pase lo que pase esta noche, ha sido una campeonato fascinante de nuestra selección, mostrando el fútbol más bello de toda la competición, usando para ello un estilo propio que si bien aborrecía en los partidos de preparación, ha encontrado su culmen en esta Eurocopa. Un estilo además que hay que reconocérselo al seleccionador, Luis Aragonés, a quien muchos criticamos y ahora hemos de reconocer su trabajo bien hecho. "Rectificar es de sabios" dice otro refrán castellano.

Todo ello ha hecho que la gente se haya vuelto a enganchar a la selección, de la que muchos habíamos renegado tras los malos resultados de anteriores competiciones y tras mostrar un juego pobre y poco vistoso en los demás partidos. Ahora, hoy mismo, todo el mundo habla del partido de esta noche. Quien más quien menos ha visto algún trozo de un partido de la selección en la Eurocopa e incluso las ventas de banderas españolas se han multiplicado debido  a la euforia colectiva que se está viviendo a lo largo y ancho del país. Y es que aunque España no consiguiera la victoria contra el equipo alemán, la selección ya se ha ganado el reconocimiento de toda una afición que permanecía aletargada a expensas de un triunfo como este. Las audiencias lo demuestran: 17 millones de personas delante del televisor durante el gol de Silva contra Rusia. Y habría que contar los otros tantos miles de personas congregados en plazas públicas disfrutando del partido en pantallas gigantes, reservadas para las grandes ocasiones, como esta.

Y si la piña en la calle es gigante, no lo es menos dentro del vestuario. Por fin se ha logrado crear un clima de compañerismo y de saber que todos están en el mismo barco. Un barco que ha navegado con viento a favor y mar en calma porque a pesar de que algunos jugadores no han jugado casi nada, véase De la Red, Sergio García o Palop, el comportamiento de todos ellos ha sido perfecto y ello ha contribuido a que no se haya creado ningún cisma alrededor del vestuario que hubiera podido enturbiar el juego de la selección. Solo tres matices son los que se han colado en este terreno: el enfado de Torres cuando fue cambiado en el primer partido contra Rusia, las charlas de Aragonés con Sergio Ramós y la salida inmediata del seleccionador cuando finalice la Eurocopa.

Con todo esto, España se enfrenta hoy a una selección que no por el hecho de haberlo pasado mal en la primera fase vaya a ser "moco de pavo" esta noche. Estamos hablando de una tricampeona del Mundo y de Europa que cuenta con jugadore de gran calidad tanto en ataque como en el mediocampo. Además hay que sumar que saldrán enrabietados por la lesión de su capitán y jugador estrella Michael Ballack.

El momento ha llegado. La historia tiene un hueco guardado para la selección española esta noche en Viena. Aprovechémoslo y disfrutemos, que bastante hemos sufrido ya durante tantos años de infortunio y eliminaciones precoces. Ahora es nuestro momento, el momento de volver a morder el oro del triunfo.