La ONU tampoco se libra de las bombas israelíes

En el mundo del periodismo existe una máxima que no se debe incumplir bajo ningún precepto: El fin no justifica los medios. No todo vale para llegar a cumplir tu cometido. Existen unos principios morales y éticos entre los cuales los periodistas nos debemos mover para realizar con profesionalidad nuestro trabajo.

Saco a colación el tema de "El fin no justifica los medios" para darle la vuelta a la frase y decir "El fin justifica los medios", y lo que haga falta. Al menos esto es lo que deben pensar los soldados israelíes que esta mañana han destruido la sede central de la ONU en la Franja de Gaza.
Aquí ya no se respeta nada, ni siquiera a las Naciones Unidas que, calladas ante su propia ineficacia, aguantan el trago de ver cómo arden las toneladas de alimentos y combustibles que tenían almacenadas en el edificio de la Agencia para los Refugiados palestinos en Gaza.

Las bombas de los aviones y tanques israelíes han provocado también que unos 700 palestinos que estaba refugiados en este edificio con bandera azul de la ONU hayan tenido que huir despavoridos ante la destrucción y el peligroso humo tóxico que ha comenzado a salir del edificio por la combustión de los comburentes.
Según algunos testigos allí presentes, lo que ha lanzado el ejército israelí han sido "dos disparos de artillería y tres de fósforo blanco". Esta última arma tiene gran poder destructivo de vidas, sobre todo relacionadas con graves quemaduras de segundo y tercer grado. Es una herramienta que según los reglamentos que usan los ejércitos en caso de conflicto bélico, se puede usar para crear pantallas de enmascaramiento con el fin de no ser descubiertos. Sin embargo, si se usa con el fin exclusivo de arma de ataque están expresamente prohibidas por la Organización para la Prohibición de Armas Química, dependiente de la ONU. "Cualquier sustancia química utilizada contra humanos o animales que cause daño o la muerte a través de sus propiedades tóxicas de la sustancia son consideradas armas químicas" dice su portavoz, Peter Kaiser. También está prohibido por el Protocolo III de la Convención de Armas Convencionales de 1980, aunque, en este caso, este protocolo no haya sido ratificado por los EEUU. Y muestra de ello es que el ejército estadounidense tampoco se ha quedado corto a la hora de tener que utilizar esta sustancia tóxica. Por ejemplo, durante el asalto a la ciudad iraquí de Faluya, en abril y noviembre de 2004, los periodistas que cubrían la batalla describieron cómo "algunos cañones de artillería realizaron disparos con fósforo blanco que crearon una pantalla de fuego que no podía apagarse con agua".

No contentos con haber atacado la sede de la Organización mundial que se presupone tiene que velar por la paz mundial, los militares israelíes atacaron después a un centro de prensa donde, entre otros, se encontraba la Agencia Reuters, también en Gaza. Los periodistas que estaban dentro - dos de ellos fueron heridos- afirmaron después que no tenían constancia de que hubiera por el lugar ningún hombre armado que pudiera poner en riesgo la seguridad de las tropas israelíes. También dijeron que minutos antes del ataque, el ejército les pidió la localización exacta de su oficina, aunque ya la supieran de antemano.

Mientras tanto, otros muchos periodistas aún se encuentran en la frontera de la Franja de Gaza sin poder entrar en ella para informar de lo que allí sucede. El gobierno israelí no quiere que salga más información que la que poco a poco se va escapando con cuentagotas por entre los tanques judíos.
Tampoco es santo de su devoción la entrada a Gaza de un barco con ayuda humanitaria que había partido del puerto maltés de Larnaca. En el "Spirit of Humanity", de la organización "Free Gaza" viaja un senador español, Joan Jusep Nuet, del grupo Esquerra Unida i Alternativa. Desde su blog está narrando lo que está ocurriendo dentro de ese navío así como el ejército israelí les ha denegado la entrada a Gaza. El ejército les ha exhortado a "volver enseguida al puerto de Chipre y a abandonar todo intento de llegar por mar a la Franja de Gaza", amenazándoles, hasta tres veces, de que si no volvían a Chipre los dispararían, con el argumento de que "Gaza es una entidad hostil cerrada y sometida a una intervención militar". De esta manera, las cinco toneladas de ayuda, los activistas, periodistas y 30 médicos que viajaban en el "Spirit of Humanity" se han tenido que volver a puerto tras las amenazas de los buques de guerra israelíes.

En fin, que se siguen sumando atrocidades y violaciones de los Derechos Humanos Fundamentales y aquí nadie hace nada. Ni siquiera la ONU, que, a pesar de haber sido atacada tres veces, solo puede emitir comunicados de condena a los ataques. Mientras tanto, ya son más de mil los seres humanos que han perdido la vida, y, aunque no hay cifras exactas, seguro que no son menos los que se han quedado sin nada por culpa de estos ataques indiscriminados.

Por Nacho G. Hontoria