Obama, tu turno ha llegado

El 28 de agosto de 1963, un Ministro de la Iglesia Bautista pronunció un alegato que pasaría a la historia como una declaración en pro de un futuro en el que los negros y los blancos pudieran coexistir armoniosamente y con igualdad de derechos. Martin Luther King (Atlanta, 1929) fue el autor de aquel discurso que, 46 años después, sigue recordándose como el punto de inflexión para igualar sino las condiciones económicas de las personas de color, al menos sí sus condiciones sociales y, sobre todo, legales.

Obama representa el cambio deseado por los estadounidenses

Cuando Luther King se subió al estrado situado en el monumento dedicado a Lincoln, todo un icono social en los EEUU, sólo tenía un sueño: "Que todos los hombres son creados iguales (...); que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad (...); que un día allí mismo en Alabama pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas". Y mañana, por fin, ese sueño se verá cumplido.

En el mismo monumento desde donde Luther King se expresó, el Presidente electo de los EEUU, Barack Obama, jurará su cargo ante la misma biblia que Lincoln usó para su proclamación como presidente, convirtiéndose así en el 44º presidente norteamericano.

Sobre él se han depositado muchas, muchas esperanzas. Las expectativas que se han creado con su elección van desde la retirada de las tropas de Iraq hasta la resolución de la crisis económica mundial, casi nada. Ante él se encuentra los retos de reconvertir la imagen pública que los Estados Unidos tiene en el mundo, una imagen que su antecesor, George Bush, se ha encargado, durante ocho años, de ir demacrando poco a poco con guerras caprichosas que no han hecho más que aumentar el gasto y el número de militares fallecidos tanto en Afganistán como en Iraq.

Obama llega a la Casa Blanca en un momento de los más delicados en el contexto internacional. A la crisis económica y financiera que han sumido a las principales economías mundiales en una recesión sin parangón, se une el conflicto entre Israel y Palestina que, curiosamente, ha remitido ante la inminente toma de posesión de Obama. La estrategia que tome el próximo presidente estadounidense en este asunto será clave para la resolución o continuación el conflicto, ya sea bélico o institucional. Israel resulta clave para los intereses de los EEUU en Oriente Próximo. "Para ganar la confianza de los lideres israelies", decía Bush en mayo del 2008, "les dejamos en claro que ningun estado palestino nacería sobre el terror, nosotros apoyamos la corajuda desconexión de Gaza del ex primer ministro Sharon y apoyamos su decisión de construir una cerca de seguridad, no como una frontera política sino para proteger a su pueblo del terrorismo".

El 4 de noviembre, los norteamericanos votaron por el cambio, un cambio tranquilo, un cambio con el que esperan volver a estar en el lugar puntero de las economías mundiales, de las democracias consolidadas y, sobre todo, del respeto por los derechos humanos que tanto se han violado durante el mandato de Bush. Atrás quedarán los discursos sobre portaaviones proclamando el final de un guerra inacabada hoy aún; los ejes del mal ficticios; las armas de destrucción masiva invisibles; los centros de internamiento de presos y al margen de cualquier procedimiento legal; las elecciones ganadas sospechosamente por unos pocos votos; las fotos en islas portuguesas para organizar una invasión a un pueblo inocente...

Obama representa a esa clase de personas que lucharon por un futuro mejor, como Luther King. Mañana se convertirá en el faro de luz que guiará el horizonte de muchas personas que han apostado por él y su política para sacar sus vidas del atolladero en el que se encuentran.
Mañana empieza todo para él. El sueño de Luther King se ha cumplido. Obama, tu turno ha llegado.

Por Nacho G. Hontoria