Las entrañas de la Final Four LEB

Una hora después de que el Lucentum subiera a ACB, el parqué del Fernando Martín de Fuenlabrada aún olía a baloncesto. Durante tres días, doce equipos han luchado por cumplir sus objetivos y sus sueños. Solo lo han conseguido cuatro. Sin embargo, más allá de la pista, entrando por el túnel naranja que da acceso a los vestuarios, este pabellón guarda muchos secretos en una Final Four como esta.

La sala de las sillas vacías. ¿Dónde están los periodistas? / palcodeportivo.es

"Por el túnel" era una canción de Los Secretos que versionó más tarde Joaquín Sabina, pero por el túnel de los vestuarios de este pabellón fuenlabreño se vive también intensamente esta Final Four.

Los más de doscientos medios acreditados (de los cuales han venido la mitad) teníamos una sala de prensa en la que no estábamos nunca. En ella había 32 sillas y dos portátiles de "última generación", pero lo que más usábamos los que pasábamos por allí era la máquina frigorífica que estaba en una esquinita de la sala. ¿Por qué? Evidentemente, porque estaba llena de bebidas, o así debería ser, puesto que en más de una ocasión nos encontramos con que allí no había refrigerio alguno. 

Así que tocaba aguantar el intenso calor que aguardaba el pabellón con una buena dosis de paciencia y disculpándose ante el vecino por los sudores que provocaban estar retransmitiendo un partido en directo. Las sillas tampoco ayudaban demasiado a soportar "la caló". Su plegabilidad a veces era peligrosa cuando te levantabas para despegar el trasero del plástico que las cubría y estas se recogían sutilmente sin que uno se diera cuenta. Había que ser precavido en este asunto, porque una caída podía provocar las carcajadas de toda la grada situada a nuestras espaldas, gran parte reservada para miembros de la Federación Española de Baloncesto.

Cuando las aficiones no rugían animando a sus equipos podíamos oír a los jugadores gritando las jugadas o quejándose a los árbitros por alguna falta dudosa o una decisión inadecuada para ellos. Pero no había tiempo para el respiro, porque la LEB, a pesar de no ser la ACB, es más espectacular en intensidad y vistosidad que la hermana mayor. Aquí juegan los mejores jugones del baloncesto español, tapados por un sistema televisivo y radiofónico que no apuesta por el baloncesto de verdad.

Pero dejándonos de exquisiteces imposibles por el momento, volvamos a la tierra, a la realidad. En el Fernando Martín compartes galería con los jugadores, que incluso llegan a hacerte el pasillo si pasas por ahí en los momentos previos a que salgan a calentar. Es en este momento cuando los que se han desplazado hasta aquí para animarles rugen en las gradas y se enciende toda la chispa que mantendrán durante el encuentro. Unas aficiones inconmensurables en su comportamiento y siempre fieles a sus equipos, y por eso también quisieron tener su premio al acabar la final, cuando invadieron el campo para estar con sus jugadores, que ya han adquirido la categoría de ídolos. Unos jugadores cercanos con los suyos y con los ajenos: esperemos que guarden la humildad también en la máxima categoría.

Ahora, cuando ya todo ha acabado, el corazón del Fernando Martín sigue palpitando con los buenos momentos de baloncesto que ha vivido en este fin de semana. No los volverá a saborear hasta que su club, el Fuenlabrada, vuelva por aquí a finales del mes de septiembre. Será por entonces cuando sus 5100 espectadores vuelvan a vibrar con este espectáculo llamado BALONCESTO. 

Nacho G. Hontoria