¿Merece Ronaldinho el "Golden Foot"?

Dicen que cuando empiezan a homenajear a un jugador con títulos y premios casi póstumos, reconociendo una carrera, es porque el fin futbolístico de ese jugador está cerca. Lo de Ronaldinho quizás sea una coincidencia del destino, una mala pasada de esas que juega a veces, en las que se pone caprichoso y comienza a entrelazar causas con efectos. O puede que no, que no lo sea, y que el fin de la carrera de Ronaldinho esté cerca. Méritos para ello hace, desde luego, yéndose de marcha las noches antes de los partidos, haber sido investigado por narcotráfico o declarado como no apto para jugar en la élite del fútbol por la clínica Delfos de Barcelona. ¿Es este buen ejemplo?

Sea lo que sea, lo cierto es que el astro brasileño que hizo ponerse en pie a todo un Estadio Santiago Bernabéu lleno hasta la bandera no es ni la sombra de lo que era. Su juego ha caído tanto que ya ni siquiera va con la selección canarinha a los partidos de clasificación del Mundial. Mucho menos lo hizo para la Copa Confederaciones que acabó venciendo frente a EEUU.

El premio concedido a Ronaldinho parece que va en consonancia con el nuevo sistema de reparto de premios que se está imponiendo en el Mundo. Si hace unos días algunos se sorprendían con la elección de Río de Janeiro para albergar los Juegos Olímpicos de 2016, muchos, casi todos, nos quedamos perplejos cuando oímos que el Premio Nobel de la Paz se lo había llevado el presidente de los EE.UU., Barack Obama. Ahora le ha tocado a Ronaldinho recibir este premio que, en caso de merecérselo, dejaría muchas dudas sobre los méritos que ha hecho a lo largo de su carrera.

Siendo sinceros, Ronaldinho era un astro con la pelota. Superaba a Ronaldo y podía estar casi a la altura de Romario. Hacía virguerías con el balón, y su enorme potencial físico le añadía un plus que muy pocos rivales podían defender. Sin embargo, de carisma Ronaldinho andaba más bien escaso. Al Camp Nou le ponía en pie por sus galopadas, pero no por la lucha y la entrega que desplegaba sobre el terreno de juego.

Si tenemos que hablar de carisma, entrega y derroche por los colores de su equipo, deberíamos hablar entonces de Raúl González, máximo artillero del Real Madrid y de la selección española de fútbol. El 7 blanco es conocido por no dar ni un balón por perdido y por poder "tirar del carro" en los momentos que su equipo más lo necesita. Muchos le tildan de estorbo, de incapaz o incluso de acabado, pero lo cierto es que el capitán siempre está ahí sin rechistar ni decir una palabra más alta que otra. Podrá quedarse en el banquillo del Bernabéu o dejar de ir a la selección, pero Raúl es el claro ejemplo de lo que un jugador de fútbol debería ser: un profesional dentro y fuera del terreno de juego.

Por su parte, es indudable que Buffon, aun estando lesionado para un mes, ha tenido y tiene un gran carisma dentro del Delle Alpi. El portero ha sido galardonado hasta ocho veces en los últimos 10 años como el mejor portero de Italia y, en su palmarés, puede presumir de tener una Copa del Mundo o haber sido incluido en el equipo de las estrellas de la Eurocopa que ganó España.

Es decir, los datos demuestran que cualquiera podía haberse llevado el galardón del pie de oro. Raúl, de haberse llamado Raulinho, quizás también. Henry y Buffon tampoco lo desmerecen, es más, se lo merecen más que el propio Ronaldinho, más ocupado de salir de fiesta por París y Milán antes que volver a ser el que fue antaño. Quizás esto sea el principio del fin del que fuera un magnífico jugador, si es que ese fin no está llegando ya de un tiempo a esta parte.

Palco Deportivo

Nacho G. Hontoria