El diestro español Enrique Ponce tiene una gran tarde en Mérida, Venezuela

Mérida (Venezuela).-  El diestro español Enrique Ponce tuvo su gran tarde en la segunda corrida de la Feria del Sol celebrada hoy en esta ciudad andina, a 690 kilómetros al oeste de Caracas.

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(EFE)

El diestro español Enrique Ponce cortó tres orejas y un rabo en la segunda corrida de la Feria del Sol celebrada hoy en Mérida, Venezuela.

Ponce cortó tres orejas y un rabo, tras memorable faena a su segundo toro, con los aficionados de pie pidiendo indulto.

El venezolano Alexander Guillén, quien tomó la alternativa, cortó oreja a se segundo, y el hispano Javier Conde no tuvo suerte ni en los dos de su lote ni en el sobrero que regaló.

Seis cornúpetas de la ganadería colombiana de La Ahumada, bien presentados, bravos, salvo el segundo.

El sobre del hierro nacional de Rancho Grande, que se rajó en el último tercio.

La plaza Román Eduardo Sandia registró casi llenó, ocupando los tendidos una afición que soportó la llovizna, la cual se desgajó desde el tercer animal, que en nada hizo enfriar entusiasmo.

Guillén: saludo en el tercio, y oreja

Ponce: oreja, y dos orejas y rabo.

Conde: silencio, pitos y un aviso.

Vestido de grana y oro toricantano Guillén saludó al toro de la ceremonia, número 440, de 400 kilogramos, con apretadas verónicas, intercaladas con ceñidas chicuelinas.

Con toreros doblones en el centro de la arena enjeretó varias tandas a la diestra al compás de la música. Tenía la oreja en la espuerta que malogró al fallar con el acero.

Al sexto, bien armado que metió riñones y recibió un largo puyazo, embistió a las telas toreras del merideño, quien tuvo el público a su favor tofo el tiempo. Despacha de media y descabello; se lo premia con apéndice.

Ponce sujetó con pausados lances a su primero, el que recibió dos varas derribando al picador Antonio Saavedra. Grande faena llevando muy toreado en los vuelos de su poderosa muleta que volvieron locos a los tendidos; con tres cuartos de espada mandó al desolladero: oreja.

Al cuarto lo meció con ternura en la bamba de su capote. Dos fuertes puyazos de Saavedra; Ponce le pegó doblones de cariño más que de castigo, sin mover las zapatillas.

Se sintió a gusto en el centro de la arena y plasmó histórica faena con mandonas tandas de largas y lentas muy jaleadas con olés, gustándose prosiguió con largas series y adornos.

La plaza de pie pide indulto que quería el ganadero, el maestro y la concurrencia toda, pero la presidencia desestima la unánime petición. El de Chiva dejó estocada arriba y paseó, triunfal, dos orejas y un rabo.

Abanto salió el primero de Conde que al encontrarse con el caballo partió la vara de Ignacio Rodríguez. No gustó al malagueño quien se lo quitó de pinchazo y media perpendicular.

Cuidó al quinto que fue dos veces a la silla. Conde trasteó con mimo en corta serie por el pitón derecho, pero no terminó de destapar el frasco de las esencias. Mató de pinchazo a paso de banderilla y caída. Los genios son así.

Regaló el sobrero que no valió un duro; aunque lo intentó no pudo sacar agua de pozo seco. Escuchó aviso mientras la pertinaz garúa que azotaba desde el tercer astado ponía a prueba el calor de los aficionados.