Hou Hai, el lago multiusos

PEKÍN (CHINA).-  ¿Qué hace esa señora con un niño que vale por dos? ¿No multaban en China por tener más de un niño? Ese niño fondón demostraba una vez más que la globalización en forma de bocadillo de panceta había penetrado China sin presumible vuelta atrás.

El niño, ataviado con diversos ropajes contra el crudo invierno, jugaba sobre un trineo obsoleto ante la atenta mirada de su madre a la que se le caía la baba que llegaba congelada al suelo. Como él, cientos de niños y adultos. Y entre ellos, extranjeros como yo, perplejos por la belleza y curiosos por zapatear sobre el lago de ‘Hou Hai’, helado irremediablemente ante las dantescas temperaturas que hace tiempo que olvidaron ser positivas en un Pekín invernal no apto para frioleros.

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Hou Hai es una de las fotos de Pekín. En pleno circuito turístico y comercial se planta este lago artificial hecho hace siglos para el disfrute de unos pocos y que hoy en día es el parque de atracciones gratuito y de imaginación de los pekineses y los forasteros.

Nada más hay que ver a los chavales y a los adultos deslizarse sobre todo tipo de inventos. Están los legales o clásicos (patines sobre ruedas, con cuchillas y trineos), los menos clásicos (plásticos y cajas de frutas) y los inesperados, por lo menos para mí, que son los que se deslizan en bicicleta.

Las caídas son tan esperadas como graciosas. Puedes encontrar carreras de velocidad, partidos de hockey hielo o declaraciones de amor de parejas que buscan la inspiración ante tamaña belleza.

Sin querer llamar la atención adquirí para mi mañana en Hou Hai una pequeña silla de mimbre en la que me senté como el abuelo que admira a sus nietos. Me faltaba el transistor. En mi caso, a las que procuraba seguir la vista era a las jovenzuelas que en esta ciudad y a esas horas de la mañana siempre te saludan con una carcajada en la boca. Se agradece.

Era domingo y a las diez de la mañana la temperatura era de doce bajo cero –cosa habitual– y como en Pekín entre censados y no rondamos los veinte millones de habitantes algún ‘friki’ es normal que te encuentres. A decir verdad los raritos vienen a diario. Lo que pasa es que en fin de semana al haber más afluencia con los turistas y sus respectivas cámaras de foto y vídeo los personajes en cuestión se crecen. Sus gracias –a estas sí que no me apunto- consisten en jugarse quién se baña antes en el lago helado. Buscan público que les jalee y algunos apuestan hasta dinero –algo ilegal en China- para ver cómo rompen el hielo a mazazo limpio por la zona menos compacta.

Cuando se introdujo aquel señor –detrás fueron otros cuatro– lo primero que me preocupó fue que no saliera a los dos segundos. Pasaron una docena que parecieron diez minutos y empecé a levantar la vista por si veía alguna ambulancia ya que no quería que esta crónica mundana se convirtiera en un obituario. Craso error. El que conozca Pekín sabrá que aquí escuchar una sirena es más complejo que ver a tipos bañándose en agua helada. Y no es broma. Aunque claro, con tipos como éstos que nadan en hielo y se van como si nada para qué querrán hospitales.

Aquel día agarré una gripe china que puedo asegurar que es diferente a la europea. Aún estoy en cama. Y eso que no me mojé ni el dedo meñique de la mano izquierda.