Ciudad Real.- Cuando en los años 70 dejó de funcionar, el futuro del molino harinero de Molemocho comenzó a tornarse gris, pero hoy, 38 años después, su restauración le ha dado una nueva vida para convertirse en un singular centro de interpretación en el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel.
El molino de Molemocho reabre sus puertas para popularizar entre los miles de visitantes que acuden a este espacio natural protegido, en pleno corazón de La Mancha, el uso que se les daba a los molinos hidráulicos tradicionales que, durante siglos, se han ubicado sobre los ríos para aprovechar la fuerza del caudal de agua.
En el año del agua, el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel, en la provincia de Ciudad Real, ha convertido el singular edificio que cobija este molino, acomodado sobre el lecho del río Guadiana, en un centro de referencia para descubrir los aspectos culturales y actividades tradicionales que ha realizado el hombre vinculadas a la presencia del agua.
Molemocho es uno de los más antiguos molinos hidráulicos harineros de Castilla-La Mancha, cuya fecha exacta de edificación se desconoce, aunque ya aparece mencionado en las Relaciones Topográficas de Felipe II, en 1575.
Enclavado en el conocido como Camino de los Moledores, que recorría los abundantes molinos harineros que se encontraban sobre el río Guadiana, Molemocho fue uno de los más importantes.
Ahora, el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel lo ha recuperado para descubrir y ofrecer información sobre los usos hidráulicos y aprovechamientos que en él se llevaron a cabo durante siglos, ha explicado a EFE su director-conservador, Carlos Ruiz de la Hermosa.
Situado a las puertas de la entrada del Parque Nacional, invita a descubrir cómo los ingenios hidráulicos han facilitado el desarrollo de las tareas agrícolas y ganaderas.
Su visita ayuda a conocer la tradición molinera de la región y uno de los oficios más tradicionales, el de molinero, pudiéndose observar el funcionamiento real de esta entramada pieza de ingeniería que supuso toda una revolución industrial en su época.
Un cuidado y esmerado trabajo ha permitido recuperar su compleja maquinaria -rescatada del último molino activo que hubo en Daimiel y que era conocido como el de Trujillo-, que se complementa con una metódica muestra de útiles y herramientas típicas de las empleadas por los molineros, ha explicado Ruiz de la Hermosa.
Las dos piedras que molturaron cientos de fanegas de trigo, la solera y la volandera, el sistema de limpieza previo por el que pasaba el grano, el método final de distribución del trigo en los costales o las medidas de peso que se empleaban, son algunos de los elementos incluidos en la muestra.
Pero, el recorrido por Molemocho ofrece a los visitantes una oferta divulgativa añadida que permite conocer la singular relación hombre-agua a través de una interesante exposición interpretativa.
Esta muestra ofrece la posibilidad de conocer desde piezas íbero-romanas encontradas en los yacimientos arqueológicos de la zona hasta utensilios de pesca como la rejaca, el trasmato o el garlito que hasta hace unos treinta años usaban los pescadores en el día a día.
El itinerario expositivo nos lleva a distintas zonas en las que se muestran los aspectos etnográficos y culturales más significativos de la comarca y ofrece información específica acerca de la historia del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel.
La visita introduce al visitante en los valores ecológicos del Parque Nacional y en la problemática surgida en torno a su conservación, facilitando información sobre su historia más cercana, el importante papel que desempeña el hombre para preservar su equilibrio natural y los planes y estrategias para asegurar su futuro.
El visitante se encontrará con una gran variedad de medios expositivos, elementos decorativos y una sala de proyecciones, todos ellos, integrados en un espacio singular y en un entorno envidiable que ofrece una vista seductora al cauce del Guadiana.
El proyecto de restauración de Molemocho ha sido posible gracias a las inversiones económicas de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, que recuperó el edificio cuando estaba prácticamente ruinoso, y el Ministerio de Medio Ambiente, que se ha encargado de equipar el centro de visitantes.
El director del parque nacional ha comentado que este proyecto se complementará con la recuperación de los puentes de acceso al molino, que datan de los siglos XIII y XIV y que se incluye dentro de una segunda fase de adecuación.
"Será una obra de restauración importante que esperamos poder comenzar en el segundo semestre de 2008. Una obra que cuenta con el aval de la Comisión Provincial de Patrimonio y que mejorará considerablemente el entorno del molino", ha señalado Carlos Ruiz.
En esta segunda fase de adecuación, el Parque Nacional también prevé unir el molino de Molemocho con alguno de los itinerarios que discurren por el parque, lo que supondría un nuevo recorrido que incrementará la oferta de uso público.
Durante siglos, las aguas del río han pasado por los cinco pares de muelas del molino, facilitando que sus piedras machacaran cientos de kilos de harina que abastecieron a los habitantes de la comarca.
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