Arquitectura y dinero

En una sociedad totalmente mercantilizada la arquitectura se ha creído obligada a transformarse en objeto para sobrevivir.

Dibujo de William Morris para papel pintado.

La arquitectura trata de la creación de algo sensible pero intangible, el espacio entre las cosas. La dificultad de comprensión y sobre todo de cuantificación de ese incierto territorio aéreo ha hecho que la arquitectura diga que lo que hace son cosas: edificios, paredes, superficies, pieles...En definitiva objetos mesurables susceptibles de ser consumidos.

En este desviarse, justificable desde una perspectiva de humana subsistencia de los arquitectos en un entorno totalmente materialista, la arquitectura se ha desplazado a territorios que no le eran propios y además ya estaban ocupados. El mundo de las cosas es de los diseñadores y decoradores (los antiguos artesanos) y de los ingenieros.

Este es un terreno en el que tradicionalmente el arquitecto ha hecho sus incursiones. Cortas expediciones para dotarse de aquellas cosas que necesitaba y no tenía para construir el espacio imaginado. Porque la arquitectura se construye con cosas, pero éstas no son su fin.

Un ejemplo claro de ésto son los diseños de Morris o el mobiliario de Jacobsen. Son objetos, planos o de tres dimensiones que trascendiéndose a sí mismos inducen un espacio de cualidades muy específicas. Son objetos pensados para definir espacios.

Después de este periodo de comprensible avidez objetual y material en el que nos hemos vistos inmersos creo que la arquitectura tiene que pensar, si quiere sobrevivir como tal, en reconquistar y defender su espacio natural. Ese que le es propio y que ha abandonado. La arquitectura inventa espacios. Piensa en el espacio que se genera entre las cosas y entre las personas. La arquitectura se interesa por el espacio inmaterial, ese complejo medio en que se desarrolla la vida.

* Victoria Garriga es arquitecta y junto con Toño Foraster forma el estudio AV62 Arquitectos.