A Aznar le pone la fama

El poder engancha. Y quienes pensaban que el ex presidente del Gobierno lo había superado a base de conferencias, asesorías y consejos de administración, estaban equivocados. Tras una legislatura entre bambalinas, atusándose el cabello en la sombra, Aznar le vuelve a coger gusto al escenario.

(EFE)

Aznar enganchado al escenario

"Pregúntale a mi mujer, ella es la política. Yo estoy retirado". Ésa es la frase que durante años ha estado soltando José María Aznar, con una enorme sonrisa, a cualquier periodista que se le acercase interesado en su opinión sobre diversos asuntos de actualidad. Pero existe un antes y un después: El congreso del PP. Al presidente de honor del partido se le puso la carne de gallina al sentir la cerrada y sincera ovación que los emocionados militantes le dedicaron durante varios minutos a su llegada a la Feria de Valencia. Ninguno de los actuales dirigentes logró tal consenso ni despertó tanta devoción. Si esos compromisarios hubieran podido votar por él, igual hubieran escrito su nombre en la papeleta.

El resultado es que Aznar ha apuntalado su autoestima. Ya no está tan convencido de que lo mejor sea mover los hilos en la sombra. Es mucho más excitante mirar a cámara. Ha vuelto a probar esa droga llamada popularidad y no parece dispuesto a renunciar a su dosis. Su entrevista en Telemadrid esta semana ha protagonizado tertulias y artículos. ¿Quiere volver? se preguntan en diversos blogs. Nada más lejos de la realidad, aunque no de sus sueños. Aznar sabe que en la calle no despierta las mismas pasiones que entre su tropa y lo que le tienta, y le divierte, es dar caña a la nueva ejecutiva.

La cada día más estrecha relación entre Esperanza Aguirre y el presidente de FAES inquieta en el PP. Entre los dirigentes no ha pasado desapercibida la comunión de intereses. Que Aznar se arrepintió de haber designado sucesor a Rajoy es una evidencia. Él, que fue capaz de ceder el liderazgo, al menos de cara a la galería, tras dos elecciones consecutivas ganadas, no perdona a Rajoy su empecinamiento por seguir en el puesto. Esperanza también quiere verle fuera de juego. Y ese objetivo común les ha unido. La desazón que provocan sus declaraciones públicas demuestra que tiene más peligro del que parece. Anclado en sus tiempos de gloria, de los que ha borrado toda autocrítica, se le ve dispuesto a repetir el discurso que tantos aplausos levantó en el reciente congreso. "Aquí, se jalea mucho a alguien que no sabe nada, que no tiene idea de nada ni ha demostrado nunca nada, pero es ministro. En cambio, al que ha demostrado, al que tiene una experiencia pero tiene 49 años, se le quiere jubilar. Es una cosa absurda", sentenció en la entrevista de Telemadrid. Se refería a Ángel Acebes, pero era una clara advertencia de que piensa dar la batalla hasta que logre su fin.