Acaba de cerrar la segunda edición (tercera, si contamos la número cero) de 080 Barcelona Fashion, un evento que nace recogiendo las cenizas de Gaudí y Circuit para consolidarse como una pasarela fuerte y con un excelente nivel. Con unos diseñadores de perfil alternativo, sin celebrities que resten atención a la moda, con una nutrida representación de la prensa internacional y un cásting de modelos hecho con cabeza, 080 ha sabido aunar lo mejor de un show alternativo y de una gran fashion week.
Irina Lazareanu desfilando para Bambi by Laura con Russian Red detrás.
En julio de 2007 se celebraba la edición piloto de 080, una pasarela que no tuvo excesiva repercusión en los medios pero que los asistentes definieron como «muy interesante»; hoy, con la segunda recién finalizada, podemos afirmar que este evento es todo un acierto desde todos los puntos de vista.
Dura sólo dos días y medio, por lo que no es tan complicado movilizar a la prensa de fuera –no estarán demasiado tiempo fuera de la oficina-. Lo mismo sucede con los oriundos.
No hay celebridades y apenas presencia institucional, a pesar de que son la Generalitat y el Ajuntament de Barcelona los que han impulsado 080. A los desfiles acuden periodistas, diseñadores, gente que trabaja en showrooms, estilistas, propietarios de tiendas... En definitiva, gente que se dedica a la moda desde un lado u otro y no Marta Sánchez o el torero de turno. Tampoco había que hacerle el corrillo a ningún presidente ni esposa de.
Se apoya principalmente a jóvenes diseñadores, algo que no es del agrado de los más consagrados, aunque es sin duda una iniciativa a halagar. Y más cuando esos nuevos creadores, de estilo alternativo y siempre independientes, hacen cosas de calidad que se venden en las tiendas. Gente como Lucía Blanco, Txell Miras o Bambi by Laura, que han desfilado en esta edición, son habituales de las más exquisitas tienda multimarca del país. No son superventas, pero sí tienen un público definido que les compra habitualmente. Conclusión: no son diseñadores marginales, sino que producen su ropa y la venden en las tiendas.
El desfile 'Viudas' de Manuel Bolaño.
La presencia extranjera también era notable; además de la prensa de fuera, había diseñadores invitados que, si bien quizás aquí no son muy conocidos, en las pasarelas parisinas son bastante relevantes. Un ejemplo fue Petar Petrov, tan sobrio como es habitual en él, o una interesante retrospectiva precedida de una conferencia de Lutz, auténticos genios de la ropa convertible.
El cásting de las modelos era excelente, incluyendo figuras como Jon Kortajarena, Marta Español o, la más llamativa, Irina Lazareanu. Esta última despertó mucha expectación, no sólo porque es una de las tops del momento (a pesar de su relación con Pete Doherty) sino porque había quien dudaba de si era ella porque su cara estaba misteriosamente hinchada. Además de tener modelos con nivel, la peluquería y el maquillaje también iban acordes, al igual que el espacio en el que se celebraba, el pabellón 8 de la Fira de Barcelona. Allí, el espacio de los desfiles había sido decorado con unas imensas pantallas que rodeaban las gradas y en las que se proyectaban vídeos a la vez que las modelos pasaban por la pasarela.
De todo lo anterior podemos deducir que, si bien es una pasarela alternativa, no era ni mucho menos cutre. En España tienden a confundirse estos dos conceptos muy a menudo: si te montas un evento súper indie, las modelos serán de centro comercial, los desfiles cortos y de calidad ínfima, por no hablar de la organización y del trato que recibe la prensa. Éste no era el caso de 080, que ha resultado ser una pasarela con peso y entidad como para poder irse posicionando en el panorama internacional.
El desfile de Oscarleon, inspirado en los niños camboyanos.
¿Qué destacamos de esta segunda edición? Además de todos estos detalles técnicos, ha habido desfiles verdaderamente interesantes. Breve y contundente fue el de Oscarleon, centrado en reflejar la problemática de los niños camboyanos. Las modelos llevaban máscaras antigás y bolsas de basura y mientras pasaban las modelos una voz en inglés nos iba hablando de la terrible situación de la infancia en Camboya. Más reivindicación que desfile, algunos comentaban que era un poco absurdo, pero el diseñador lo presentó más como una performance que como un pase normal.
Manuel Bolaño fue la gran sorpresa con su colección Viudas, en la cual las modelos aparecían totalmente caracterizadas como tales con lágrimas y ojos enrojecidos. La inspiración funeraria victoriana era más que palpable en todas sus prendas (negro absoluto, velos, elegantes faldas de vuelo de talle alto, camisas vaporosas…), provocando una angustiosa sensación de duelo aderezada por la música funeraria. Las plumas, la calceta y el punto de cruz terminaban de dar el aire retro-funerario a una magnífica colección dramática y llena de volumen.
Turno de Bambi by Laura; aparece una chica vestida de blanco sobre el escenario con una guitarra… ¡Es Russian Red! Y empieza a tocar una maravillosa versión acústica de Girls Just Wanna Have Fun de Cyndi Lauper que arranca los aplausos del público; después, empiezan a salir las modelos y ella continúa poniendo su alma folkie y su maravillosa voz a una colección inspirada en Sailor Moon. Las prendas etéreas y oversized encajaban perfectamente con las deliciosas canciones de la cantautora… y viceversa.
Por último, destacamos la presentación alternativa de Txell Miras, una de las más consolidadas. La diseñadora apostó por dejar a las modelos quietecitas mientras una bailarina de danza contemporánea se iba quitando prendas sobre el escenario. ¿Un circo carente de sentido? ¡Para nada! Una manera de sacar del letargo post-comida al respetable, que después de un montón de desfiles a veces ni distingue ocho de ochenta. Aunque apenas destacaron en el show, en esta colección había una preciosa serie de camisetas de algodón con ilustraciones en el frontal que huelen a superventas (en el circuito más indie) para el próximo verano.
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