Caldo de pollo

Si Ana Rosa Quintana tuviera una revista porno, con el último número regalaría un sobre de caldo de polla. Pero como tiene una revista 'glamurosa', regala un sobre de caldo de pollo. Que no es lo mismo, pero es igual. "¿Dónde está el truco?", se pregunta la escritora en la portada. Muy fácil: en el glutamato monosódico. Un potenciador del gusto para productos desaboridos imprescindible en las cocinas de restauradores fraudulentos. Sal sódica que resulta adictiva y despierta un hambre ansiosa en aquellos que la consumen: aumenta la voracidad de las ratas de laboratorio hasta en un 40%. En los humanos puede provocar dolores de cabeza, taquicardia, vómitos, asma, alergias, náuseas, opresión en el pecho, malestar general…

(ar-revista.com)

El último número de AR.

Ninguna revista sin su sobre de caldo de pollo, ningún libro sin su negro, ningún programa de televisión sin sus asesinatos, su violencia doméstica, su niño de siete meses muerto en una riada en Castellón, su quema de mujer indigente, sus atracos con armas de fuego. "En las imágenes se ven las pistolas, como apuntan en la cabeza al director del banco y todo tipo de agresiones. Se ve todo", dice el necrófago oficial del programa de AR. "Y son imágenes reales, no es una película", asegura Ana Rosa.

Hay escritores que necesitan que les escriban los libros. ¿Sabían ustedes que Paul Auster, en sus comienzos, ejerció de negro literario? Hoy Auster no es noticia por eso, ni siquiera por estar trabajando en el último libro de Ana Rosa. Es noticia porque estuvo el pasado domingo como invitado en un programa de TVE.

¡Es verdad! ¡Hay un programa capaz de entrevistar a Paul Auster! Se llama 'Página 2' y se emite los domingos a las 20:45 en la segunda cadena de la televisión pública ¿A qué no se imaginaban ustedes que podrían ver en la televisión que se hace en España una entrevista con Paul Auster? Seguramente es el tipo de personaje que esperaba para espacios como "En noches como ésta". Gente interesante, ¿verdad? Pues en TVE seguro que piensan de otra manera después de ver las audiencias de su programa de libros: el domingo 'Página 2' obtuvo un rácano 1.6% de share, con apenas 250.000 espectadores. Miserias de la televisión... española. En Francia, Bernard Pivot mantuvo durante una década un programa cultural, 'Bouillon de culture', que fue todo un éxito. En Chile Antonio Skármeta presenta un excelente 'El show de los libros'. Y podría ponerles muchos más ejemplos en otros muchos países…

Pero antes de irnos por hoy, y ya que hablamos de literatura, volvamos por última vez a Ana Rosa… ¿Dónde está el truco? Para poder ver buena televisión sin obtener una ruina de audiencia, digo. Pues muy difícil. O muy fácil: en emitir buena televisión, en acostumbrar a los televidentes a la calidad, en arriesgar y no vivir esclavizado por las audiencias. En desengancharles poco a poco del glutamato monosódico, el caldo de pollo, que echan al 99% de los programas. ¿Estamos a tiempo de salvar la televisión?

Un motivo para no ver la televisión

Un hombre en la oscuridad

Autor: Paul Auster

Editorial: Anagrama

No estamos ante el mejor libro de Auster, pero sí ante una obra muy interesante. Por lo singular de la trama, en la que se cruzan un par de historias muy diferentes (una familiar, otra bélica), y por la brillante manera en que el escritor describe su peculiar universo cotidiano. Auster en la madurez, más Auster que nunca, ahorra tiempo (una noche), personajes (tres) y hasta palabras para enfrentarse, una vez más, a sus viejos fantasmas.

"Estoy solo en la oscuridad, dándole vueltas al mundo en la cabeza mientras paso otra noche de insomnio, otra noche en blanco en la gran desolación americana". Un libro que comienza de esta manera tiene que tener, pese a no estar firmado por Richard Ford, momentos brillantes. Y es que Auster, posiblemente el más neoyorkino de los escritores norteamericanos, diseña unos laberintos literarios que parten de la normalidad para alcanzar grados muy interesantes de análisis, en ocasiones crítica despiadada, para con el mundo en que vivimos. El autor es consciente de las contradicciones de la sociedad actual, de lo absurdo de la guerra, de la necesidad del individuo por vivir en orden. Y lo cuenta de manera agria en lo que ya es un resplandeciente nuevo planeta del universo Auster.