La Happy Hour llega al Parlamento británico

LONDRES (REINO UNIDO).-  Londres, las once de la noche de un noviembre cualquiera. Unas jóvenes subidas a un tacón de vértigo salen de la barra del pub con dos copas en la mano. Están borrachas, pero es la Happy Hour y la tradición anglosajona manda. El dos por uno es obligatorio. Luego vendrá la campana que avisa de la última ronda. Ellas y ellos también pedirán más bebida.

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¿Ya no habrá más carteles como éste?

La fiesta comenzó mucho antes. Concretamente en el supermercado cuando, al lado de un Papa Noel, encontraron el cartel de "gran oferta" sobre el vino de cartón más barato de la estantería.

¿La escena se repetirá en el año 2009? Puede que no. El Ejecutivo británico ha decidido cortar de tajo el problema del alcohol entre los adolescentes y las promociones en los bares y los supermercados podrían tener los días contados.

El asunto de las bebidas alcohólicas siempre ha sido un rompecabezas para el Ejecutivo de turno en Reino Unido, donde el 30% de los chavales de 15 años considera "normal" emborracharse al menos una vez por semana. Lejos de solucionarse, en los últimos años ha derivado en otra preocupación si cabe aún mayor como es la violencia entre adolescentes.

En Reino Unido, el número de asesinatos entre menores de edad se ha triplicado en los últimos tres años. El número de jóvenes que ha perdido la vida en 2008 es el más alto de la última década.

Tras analizar el panorama ha sido un comité parlamentario quien se ha hecho la gran pregunta: ¿por qué facilitamos que la gente se emborrache si luego tenemos que emplear casi todos los recursos policiales para solucionar los problemas que genera el alcohol?

El planteamiento, de cajón por otra parte, ha sido presentado en la Cámara de los Comunes como "la gran solución". Pero la idea no es propia. Está copiada de Francia. Allí ya presentaron la propuesta en mayo y aún no se ha decidido nada. En Reino Unido parece que las cosas van a ir más de prisa. De momento, el alcalde de Londres, Boris Jonhson, ya ha prohibido el consumo de alcohol en los transportes públicos. Las largas distancias que existen en la ciudad convertían los autobuses y los vagones de metro en auténticos botellones.

La petición parlamentaria está contenida en un documento que analiza los desafíos que afrontan las fuerzas policiales del país en el siglo XXI. Dos concretamente, la violencia y los desórdenes en las calles vinculados con el consumo excesivo de alcohol barato.

El informe da dos datos más que significativos. Uno, la mitad de las víctimas de delitos violentos afirmaron que su atacante actuó bajo la influencia de bebidas alcohólicas. Dos, en los últimos 30 años el precio de dichos líquidos ha bajado de manera considerable.

Los diputados aseguran que una posible solución en Gales e Inglaterra pasa por legislar para imponer un precio mínimo a las bebidas alcohólicas, algo que ya ocurre en Escocia. British Beer and Pub Association (dos de las asociaciones más relevantes del país) han intentado frenar ya en más de una ocasión las promociones de bebidas, pero fueron sus propios abogados quienes les aconsejaron dejarlo al estar "violando las leyes de la competencia europea".

Mientras que los políticos se ponen de acuerdo, la Policía afronta presiones por el incremento en el número de sospechosos de asesinatos puestos en libertad bajo fianza, pese a que hay más agentes en las calles.

Según la investigación, los funcionarios gastan hasta un 30% de su tiempo en completar el papeleo y sólo un 14% en patrullar la ciudad. Mick Giannasi, el Jefe Adjunto de Policía de Gwent, asegura que la "lucha contra el crimen" se ha convertido en un "crimen de grabación". "La mayoría de la población no tiene confianza en nuestra capacidad para hacer frente a la delincuencia juvenil y estar allí cuando se necesita", señala.

Mientras los unos se echan la culpa a los otros y los otros a los unos, los jóvenes siguen bebiendo. ¿Dónde está la solución? ¿De quién es la culpa?