Por la ruta del Guadiana

MÉRIDA.-  Es probable que Mérida te suene por su espectacular conjunto arquitectónico romano, y es que tanto en el centro como en las diferentes zonas de la ciudad que están salpicadas de estos imponentes vestigios de un pasado de esplendor. Pero esta ciudad extremeña te ofrece otros recorridos interesantes. En los últimos años, una nueva zona ha cobrado un especial interés: el cauce del río Guadiana a su paso por la urbe. Las recientes mejoras y adiciones ofrecen un paseo por el tiempo, una sugerente mezcla entre historia, arquitectura y biodiversidad en estado puro que te dará más de una sorpresa.

Rodrigo Ginés

El famoso puente Lusitania.

Empezamos por la entrada por el pequeño puente metálico en la zona sur, que nos muestra a lo lejos el discurrir del río, zigzagueante y sosegado. Nos encontramos en la isla que divide al Guadiana en dos cauces a su paso por Mérida y que nos servirá de base de observación de la ciudad desde las orillas de su calmado y sigiloso río.

Lansbricae (Flickr)

La Alcazaba de Mérida, en uno de los extremos del puente romano.

Si te fijas bien, podrás ver el club de piragüismo y una zona con instalaciones recreativas y deportivas al aire libre, que dan fe del enfoque de ocio y relax que la isla ha cobrado durante los últimos años. El puente Fernández Casado, que sirvió como alivio al estrepitoso tráfico del ahora peatonal puente romano, nos abre el camino hacia una zona poblada de fresnos, sauces y olmos, entre otras. En la margen derecha se presenta majestuosa la alcazaba árabe, primogénita de tantas otras que defenderían pueblos y ciudades de la península durante siglos. Desde sus murallas se puede contemplar la larga estela del Puente Romano, con sus casi 800 metros, airoso en su batalla contra las temidas crecidas del río que le da la vida.

Cruzamos los milenarios ojos del puente romano y nos rodean más árboles y sendas, enmarcados por el inmenso arco blanco del Puente Lusitania, obra del conocido arquitecto Santiago Calatrava. En ambas orillas verás ahora modernos edificios, como la Biblioteca Pública del Estado. Junto a ésta, podrás contemplar el Monumento a las Siete Sillas, que rememora aquellos pilares que durante siglos escondieron al teatro romano. En la otra margen, el edificio de Morerías, sede de la administración regional, guarda en sus entrañas restos de barrios árabes y romanos, e invita a jugar al frontón en sus muros grises y planos.

R. G.

Los aficionados a la pesca tienen su rinconcito.

Lo mejor: durante todo el recorrido podrás observar una gran muestra de la fauna y flora típica de la rivera del Guadiana, que te hará sentir en un entorno privilegiado. Grullas, cigüeñas y patos eligen la zona para escapar de los fríos inviernos nórdicos. Su hábitat natural sufre múltiples amenazas en la actualidad. Varios paneles te informan sobre las diferentes especies invasoras, tanto vegetales como animales, y los peligros que éstas suponen. Al atardecer, verás cómo varios pescadores se reúnen bajo los pilares del Puente Lusitania para probar suerte. Dicen que las bogas y barbos escasean, pero las capturas de otras especies son numerosas en esta zona del río. El alto número de especies de peces introducidos, el mayor en la península, amenaza la calidad del agua y la supervivencia de especies autóctonas.

Finalmente, un pequeño puente nos conduce a tierra firme, fuera de la isla, aunque aún en las orillas del Guadiana. En esta zona se pueden alquilar bicicletas y ciclos para disfrute de jóvenes y mayores, bajo la atenta mirada del puente de hierro y del nuevo Palacio de Congresos y Exposiciones. El alberque de peregrinos del Molino de Pancaliente, paso obligado para aquellos inmersos en el Camino de Santiago Mozárabe, pone el cierre a nuestro periplo por este cauce a su paso por Mérida.

El río, testigo y sustento silencioso del paso de siglos y pueblos por sus aguas, pide a gritos protagonismo y respeto. Si nos asomamos a él, conoceremos sus secretos y tendremos una visión diferente de una ciudad que guarda recelosa historias para no dormir.