De uno a 10: ¿cuánto te apetece?

Qué pena que las parejas no tengan sincronizado el despertador del deseo. Esa idea nos viene a menudo al escuchar los problemas que las parejas plantean en consulta por sus discrepancias sobre la frecuencia de las relaciones sexuales. ¡Cuántas quejas solemos oír en consulta por este motivo! Entre los desganados, los perezosos y los que creen que el contacto sexual sólo esta motivado por altos niveles de deseo —como si solamente comiéramos cuando estamos muertos de hambre— hay un buen grupo de personas a las que les cuesta ponerse a la faena.

M. A. Martín

La escasa educación sexual, las ideas equivocadas, las falsas creencias que circulan con rapidez y se retroalimentan, han influido en la manera de relacionarse sexualmente, tan poco natural, que muchas parejas tienen. En el sexo, como en la vida, no todo es blanco o negro, podemos admitir muchos matices en la escala de grises. El deseo, el interés por mantener relaciones sexuales también tiene gradación, y del uno al diez, hay muchos grados. ¿Por qué vamos a negar el contacto sexual a la pareja por estar un poco cansados o por no tener el deseo a flor de piel? Es mejor conocernos bien y escucharnos, y darnos cuenta de cuál sería la respuesta matizada: quizá un día no estemos a tono de diez, pero podemos compartir un buen rato, aunque nuestra puntación en interés sexual y deseo sea cinco.

Un buen truco en la relación de pareja para que las relaciones fluyan es que se establezca una comunicación sincera y abierta, con la riqueza de matices que la situación merece. De manera que cuando uno es requerido para el juego sexual, pueda decir algo así: del uno al diez, para mí, hoy un cuatro. Por mi parte vale, puedes utilizarme como una muñeca o un muñeco, yo me dejo hacer, pero no esperes grandes maravillas, ni te empeñes en llevarme al orgasmo; tú a lo tuyo y yo te acompaño en mi pasividad, pero no cuentes con mi colaboración.

¿Por qué no? ¿Por qué no escuchar y entender los matices de nuestras necesidades y deseos y responder en consecuencia? Podemos aseguraros que puede resultar una experiencia de lo más interesante, tanto para el activo como para el pasivo. El grado de colaboración puede ser variado, según la ocasión; desde dejarse mover y actuar como si se estuviera dormido, hasta actuar de manera más o menos pasiva, según apetezca. Y no se trata de no escuchar nuestros deseos, sino de ser capaz de leer las múltiples posibilidades que nuestro estado de ánimo presenta. Por supuesto, si ese día realmente no apetece, prevalece el derecho a decir no. Y el que recibe el no, asumirlo con gallardía y otro día será. Si lo que buscaban eran mimitos, seguro que se pueden encontrar, siempre que sean capaces de trasmitir que esa es la intención; para eso, nada de tocamientos en los genitales, ni en los senos. Las cosquillitas en la espalda y brazos y las caricias en el pelo suelen crear un clima muy íntimo y romántico. Si prima la necesidad de desahogo sexual y la búsqueda del orgasmo, el autoerotismo es un compañero fiel que nunca falla, y no hay que minusvalorar.

¿Eres consciente de tus necesidades sexuales? ¿En la comunicación sexual sabes leer y entender los matices? ¿En el diálogo sexual, sueles escuchar tus sensaciones y emociones? ¿Eres de sí o no, o escuchas y transmites los matices que la comunicación te ofrece?