Surfear en el asfalto de la ciudad

LOS ÁNGELES.-  Son las 4 de la tarde. A las puertas del High School de Santa Mónica (Los Ángeles) cientos de chavales se esfuerzan por dejar atrás cuanto antes el recinto escolar. Sorprende la cantidad de adolescentes que utiliza el monopatín como medio de transporte para acudir a clase y para moverse por la ciudad. Está claro que las nuevas generaciones han heredado el amor por la tabla con ruedas que desde los 70 se profesa en tierras californianas. Patinan con una destreza envidiable. No molestan y son respetuosos con los peatones, a los que no sólo no les parecen un incordio sino que opinan que moverse en monopatín es parte de la cultura y estilo de vida californiano. Los skaters se integran a la perfección con el paisaje urbano. Son un símbolo, al igual que lo es el surf. Una seña de identidad.

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No contamina, es barato y haces deporte.

Aunque la fecha no está clara, se cree que el monopatín fue inventado en Malibú (Los Ángeles) en 1963 por Mickey Muñoz y Phil Edwards. Pero fueron los Z-Boys, liderados por Tony Alva, Jay Admas y Stacy Peralta, los que popularizaron la subcultura del skate para siempre.

Aprovechando una fuerte sequía que sacudió California en 1970, estos adolescentes —casi todos de clase baja y grandes surfistas— tuvieron la genial idea de utilizar las piscinas vacías por falta de agua para deslizarse con las tablas con ruedas. El resultado: una sensación muy parecida a surfear, pero en tierra.

Pronto llegaron las competiciones, la prensa especializada, las marcas de ropa para skaters... y estos adolescentes marginales —a los que les gustaba asaltar piscinas de millonarios en Venice Beach y Santa Mónica— pasaron a ser estrellas, grandes empresarios y símbolos de la cultura norteamericana. Stacy Peralta incluso llegó hacer un cameo en el mundo del cine, participando en una escena de 'Los ángeles de Charlie'. En 2002, Peralta, siempre interesado en el cine, dirigió el documental 'Dogtown y los Z-Boys', que no debes perderte si te interesa saber cómo el skateboarding llegó a convertirse en el fenómeno que es hoy en día.

Casi 40 años después, los jóvenes californianos lo tienen claro: donde esté un monopatín para moverse por la ciudad que se quite lo demás. Barato, respetuoso con el medio ambiente y además te proporciona cierta diversión. Aunque algunos skaters acuden a lugares 'especiales' a realizar saltos y viven la experiencia más como un deporte o un estilo de vida, muy en la tónica Z-Boys , son muchos los que lo utilizan simplemente como un medio de transporte para moverse en distancias cortas.

Es muy común ver en la playa de Santa Mónica que junto a las toallas descansan monopatines de 'skaters' que han acudido a darse un chapuzón. En los barrios residenciales, no es raro ver a treintañeros paseando al perro en monopatín o a chicas que también eligen la tabla para ir a la tienda de comestibles o al restaurante de 'fast food' de turno. Y cuando hay una bebé en casa nada más que da sus primeros pasos se le sube al monopatín y se le hace una foto para la posteridad. Foto que probablemente sea la que más agradezca a sus padres cuando sea mayor.

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¿Quién dijo que era sólo cosa de tíos?

Cornell Nutall tiene 27 años y acude cada día con su tabla a la escuela de imagen y sonido, en Sunset Bulevard (Hollywood), donde estudia. "Tardo la mitad que si fuera andando. Además, me da el aire, llego más fresco a clase y hago un poco de deporte". Para Cornell, Los Ángeles es un sitio ideal para desplazarse con monopatín porque el tiempo suele acompañar, hay cuestas 'guapas' y los peatones son muy respetuosos.

"Lo peor del 'skatebording' es que te emociones con una cuesta y acabes con algún arañazo o moratón, pero es sin duda la forma que más me gusta para llegar a la escuela. A veces voy en bici, pero encuentro el 'skate' mucho más divertido y cómodo porque no lo tengo que aparcar ni nada. Luego está la policía que te suele mirar mal, pero eso me importa poco."

En los campus universitarios también se ve a muchos estudiantes que se desplazan con monopatín. Las universidades americanas, por lo general, poseen instalaciones tan grandes que es necesario hacerse con algún medio de transporte que te permita moverte de un edificio a otro velozmente. El monopatín y la bici son perfectos para ello.

Al contrario de lo que ocurre en urbes españolas como Barcelona, el monopatín está permitido en la mayor parte del casco urbano. Está prohibido saltar en las escaleras de la iglesia, utilizarlo en el embarcadero o en lugares muy concurridos, pero nada más. Digamos que son mucho más permisivos y comprensivos de lo que somos en España. En California —donde se utiliza el coche para todo, la gente no está acostumbrada a caminar y la obesidad es un problema que preocupa—, el monopatín es recibido como una bendición. Y es que puede ser una solución a dos de sus grandes problemas: la contaminación (en EEUU se empieza a conducir a los 16 por lo que muchos chavales van al instituto en coche) y la obesidad (hacen deporte).

Por eso el Ayuntamiento de Venice Beach (Los Ángeles) se ha propuesto devolver a los skaters lo que es suyo. Hace años con la remodelación del paseo marítimo destruyeron el lugar destinado para saltos con el monopatín. Las protestas de la comunidad skater no se hicieron esperar e incluso los mismísimos Z-Boys pidieron al Ayuntamiento que rectificara. Conscientes del error, ahora trabajan en la construcción del que será uno de los mayores parques de skaterboarding del mundo. Está diseñado por RRM design group y se espera que se inaugure el próximo otoño. La idea es que esté integrado en el paseo marítimo de Venice Beach y tenga de fondo el mar con los surfistas cogiendo olas. Surf en tierra y mar a escasos pasos. Todo un paraíso para los amantes de la tabla.