Perro muerde hombre. ¡Clic!

Arranca PHE09, la duodécima edición de Photoespaña. 72 exposiciones repartidas por Madrid, Cuenca y Lisboa y 54 días para administrárselas. Déjenme echarles una mano si se sienten cohibidos ante la llegada de tal avalancha de imágenes.

Gerhard Richter

'The Wende Family' (1971); 'No. 648-2' (1988); y '24.2.98", de la serie Overpainted Photographs'

Lo primero: No esperen exposiciones sobre ignotas tribus, gigantes históricos o héroes rabiosos de actualidad. No. El tema que aglutina las expos de la sección oficial de este año es "lo cotidiano" . Es decir, lo habitual, lo no excepcional, lo banal, lo de siempre: Perro muerde hombre.

Aunque, claro, lo microdocumental no tiene porqué ser sinónimo de aburrimiento, de soso o falto de chicha y tesis. No es lo mismo el día a día de un viticultor manchego que el de un policía que anda recogiendo pruebas de delitos, o el de un condenado a muerte en China. En fin, que lo cotidiano puede ser tan desconocido y sorprendente como lo excepcional y lo exótico. Y tan fotográfico. De hecho, la fotografía española de postguerra que anda camino de la eternidad, tiene en lo pedestre, lo llano y lo callejero uno de sus grandes argumentos para que le sea franqueada la entrada al Olimpo de las sales de plata. Me refiero a Masats, Maspons, Catalá Roca, Colita y otros adoradores de lo prosaico.

Aclarado esto, les cuento parte de lo que no me quiero perder: tecleen "Gerard Richter" y denle a buscar. En efecto: o hay dos artistas homónimos o este alemán sufre trastornos graves de personalidad. ¿Cómo pueden compartir cuerpo un pintor neoexpresionista abstracto y el único representante mundial del realismo desenfocado? Debe de ser gracias a que han encontrado un punto de contacto que podríamos resumir del siguiente modo: veinte años dedicados a pintar, emborronar, transformar y subrayar las instantáneas que no terminan de encontrar un hueco en su álbum personal. Dicho de otro modo: las fotos en papel que tirábamos a la basura o le dábamos a los niños para jugar, esas que hoy arrastramos sin contemplaciones a la papelera del ordenador, Richter se las guarda, las remienda al óleo y consigue unos fantásticos binomios visuales. Un elegante combate entre el denso tornasol de la pasta pictórica y la desaturada volatilidad de las fotos caseras.

La objetividad fotográfica inalcanzable

Otra cita ineludible: 'Evidence'. Si pensaban que los guionistas de CSI exageraban un poco, acérquense al Real Jardín Botánico a comprobar de la mano de Larry Sultan y Mike Mandel que, como bien sabemos, la realidad supera con cotidianidad a la ficción. Estos dos californianos fueron pioneros en crear un proyecto artístico apropiándose de fotografías documentales de otros. Lo hicieron en 1977. Rebuscaron entre miles de imágenes de archivos del tipo del de la policía de Beverly Hills o el departamento de interior del Gobierno de EEUU y recopilaron imágenes que habían sido realizadas como pruebas o evidencias en investigaciones policiales, científicas, forenses y jurídicas. Buscaban fotografías "sin intención" cuyo propósito fuese de carácter meramente objetivo e instrumental.

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Larry Sultan Mike Mandel

Sin título, de la serie 'Evidence' (1977)

Las 50 mejores imágenes de esta extensa búsqueda fueron positivadas con gran calidad y publicadas en 'Evidence', un codiciado libro de edición limitada que muestra como la objetividad en la fotografía es inalcanzable. Incluso cuando esta es la única finalidad de las imágenes tomadas, este propósito nunca es tan sencillo como parece.

Y, por último, no abandonen Madrid sin ver dos de las exposiciones estrella de esta edición: la de Bartolomé Ros en el Museo de Arte Contemporáneo (en el cuartel del Conde Duque) y la de Dorotea Lange en las salas del Museo Colecciones ICO. La de Dorotea Lange es un valor seguro. Su trabajo es una referencia fundamental de la fotografía documental. 'Los años decisivos', producida por la misma Fundación ICO, abarca el trabajo de Lange en unos años difíciles de la historia de EEUU, los años 30 y 40 del siglo XX, cuando trabajó para el Gobierno federal documentando la labor de la Farm Security Administration, dejando constancia del éxodo de granjeros y trabajadores rurales hacia el Oeste en busca de trabajo, y para la War Relocation Authority, retratando la evacuación y realojamiento en campos de internamiento de japoneses-americanos durante la II Guerra Mundial. No se la pierdan. 140 potentes imágenes en las que la belleza muchas veces transciende al valor documental.

La exposición de Bartolomé Ros viene con garantía de calidad y rigor histórico, porque la firma Alejandro Castellote, que ha buceado durante meses en el archivo de este fotógrafo cartagenero que retrató el protectorado español de Marruecos hasta el comienzo de la dictadura de Primo de Rivera y del que no conocíamos casi nada. Su crónica de este período ha plasmado momentos de gran trascendencia histórica, pero, y esta es la aportación del comisario, también la cochambrosa periferia del soldado desconocido, el ritmo de autómata de cupleteras de doble talla y la mansa molicie de los nativos. Todo plasmado con exquisita pulcritud y con la responsabilidad documental que caracterizó a los fotógrafos europeos de la época. Es la mirada de un hombre de convicciones liberales que vivió los tiempos más convulsos de la historia de España en el siglo XX. Un hombre al que le debemos uno de los más profundos retratos del general Franco: allí está él, capturado por el único brazuelo de Millán Astray. Parece que escupen, que abuchean o insultan, pero no: están cantando.

Quitarse prejuicios de Grecia

Si se animan a dar un paseo por Cuenca acuérdense de Nikos Markou. Es uno de tantos fotógrafos que le han encontrado chispa a lo cotidiano gracias al fotógrafo americano William Eggleston. Para empezar, encontrarle gracia a este mundo no es poca cosa. Y saber transmitirla es pura virguería. Pues bien, acérquense a la sala de Exposiciones del Vicerrectorado de Extensión Cultural de la UCLM y déjense llevar. A los dos minutos todos sus prejuicios sobre Grecia se habrán esfumado. Las fotos de Markou se mueven entre el plano aviador y el plano agente inmobiliario. Entre el plano foto-vacaciones y el plano perito de aseguradora. Y con todos logra sacarnos una mueca entre lo pasmoso y lo archisabido. Una reverencia ante la nueva belleza de lo arrabalero y lo polvoriento y una pregunta sobre la rápida llegada de la caducidad a las novedades de antes de ayer.

Y para terminar, si su periplo se alarga hasta Lisboa (y así de paso cierran el circuito festivalero) apunten: Cristóbal Hara, Museu Colecção Berardo, Lisboa. Hara ha fotografiado la vida cotidiana de los pueblos españoles sin complejos ni artificios, de tú a tú. Con un tacto pedestre sorprendente en un tipo de lo más cosmopolita, que pasó su infancia entre las Filipinas, Alemania y EEUU. Y que saltando de Madrid a Hamburgo y a Múnich se convirtió en licenciado en derecho y dirección de empresas. Podría parecer un trabajo puramente documental, pero sorprende su sobredosis de emoción. Son fotografías hilarantes, agudas. Medio cañís, medio florentinas. Medio elegantes, medio españolas. Ríanse, ríanse, pero España es así.

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C. Hara | VEGAP

'Fuentesecas, 2001' (2007)