Pirotecnia anal

En la recta final de 'La Noria' (Telecinco), una mujer hizo un striptease. A modo de guinda, y como detalle de buen gusto, la bailarina se introdujo dos bengalas en el culo (u orificio próximo) y pidió que alguien se las encendiera. Un voluntario prendió la mecha. Con la invitada de esa guisa, el pandero echando chispas, las banderillas de fuego asomando por la rabadilla, se acabó el programa. Sánchez Dragó y Belén Esteban, intelectuales pro taurinos que acababan de defender la fiesta nacional, con sus muertos y todo, contemplaban la escena con enorme interés. Un espectáculo, de verdad se lo digo, digno de verse...

Era televisión en estado puro. La mezcla de la carne y el fuego, del talento y la tecnología. Un espectáculo pirotécnico innovador que, teniendo en cuenta que por estas fechas comienzan las fiestas populares, pudiera servir de inspiración a los amigos de la pólvora y sus aplicaciones festivas. ¿Imaginan ese mismo 'show' en Asturias, después de que la bailarina hubiese ingerido tres platos de fabes? El contacto de las chispas con el gas daría una nueva dimensión al striptease, reforzando con sonido la orgía luminosa, en lo que sería un espectáculo audiovisual inolvidable. En Telecinco matarían por poder emitir algo similar...

Pero si en algún lugar de España son aficionados a la pirotecnia, ese es Valencia. Lástima que tal y como están las cosas, a Francisco Camps, presidente de la Generalitat Valenciana, no es que ya no le quepa el manguito de una bengala, sino que ni siquiera le entraría el bigote de una gamba. En cualquier caso, ahí queda la idea del curilla como ninot culero.

Decía que, unos segundos antes de los fuegos rectales, Sánchez Dragó y Belén Esteban defendían con uñas y dientes la fiesta nacional y la sangre que lleva consigo. Una sangre que, en ocasiones, tiene patente: en Cuatro enviaron una nota de prensa advirtiendo que las imágenes de la muerte del corredor fallecido en los encierros de San Fermín habían sido exclusiva suya. La exclusiva del óbito, de la expiración, era de Cuatro, cuidadito. Una exclusiva de muerte.

Las tomas más sangrientas de esa cogida mortal eran obra de un videoaficionado. En 'El País', Juan Cruz contó que "el aficionado luego le dio a Cuatro las imágenes". Y continuó de manera entre poética y aséptica: "Una cámara captó su agonía. No hay peor angustia, nada es más terrible que la agonía". Podría ser. Pero hacer pública esa agonía, convertirla en material comercial, en espectáculo, exhibirla a bombo y platillo, presumir de macabra exclusiva, tampoco está mal. Esa utilización del dolor ajeno, de la agonía, puede ser tan terrible como la propia agonía. Por innecesaria y oportunista. Y este ha sido el objetivo de Cuatro, con la sensacionalista Raquel Sánchez Silva al frente, durante todas y cada una de sus retransmisiones de los encierros de San Fermín. Tremendistas y amarillas retransmisiones, por momentos groseras, sobre todo si las comparamos con las de TVE, mucho más serenas y sobrias.

P.D. 1

El Telediario (La 1, TVE) de la noche del sábado cierra con imágenes del primer concierto de John Fogerty en España. "Aunque a algunos les parezca muy antiguo, lo cierto es que ha agotado sus entradas para la gira española", dice la presentadora. ¿Entienden ahora porque insisto en que los informativos de TVE son cada vez peores? Cuando se informa la objetividad es importante, pero no lo único importante. También son necesarios el criterio, los conocimientos, la prudencia, la experiencia...

P.D. 2

Una tragedia aérea. La de Dave Carroll, músico de una banda llamada Sons of Maxwell, que sufrió la brutalidad de United Airlanes: en un viaje de Halifax a Chicago rompieron su guitarra Taylor de 3.500 dólares. Después de nueve meses de quejas y gestiones infructuosas, la compañía aérea no se ha hecho responsable del guitarricidio. Carroll decidió contar su historia, y denunciar el trato de United, escribiendo una canción y grabando un vídeo: 'United rompió mi guitarra'. No tiene desperdicio...